martes, 26 de noviembre de 2024

LA OBRA DE ARTE COSTARRICENSE

 Por Arq. Rodolfo Eduardo Medina.

Siempre me ha parecido que, para las personas sensibles que cultivan las artes pictóricas, debe ser un tanto difícil tener que pagar con billetes de sus países, que tienen impreso sobre sus caras fantásticos diseños que parecen pequeñas obras de arte.

Existen países (o han existido) cuyo patrimonio monetario han poseído una estética gráfica digna de un museo de arte. Es el caso de Francia, por ejemplo, y de las naciones que han tenido vínculos históricos con él: el papel moneda proveniente del Banque de France resulta magnífico en el diseño clásico, donde el espectro de personalidades, etnias & folklore, así como las escenografías de los eventos que marcaron el tiempo de su historia, tanto de la madre tierra continental como de los territorios de ultramar, ha igualado o incluso superado por mucho las técnicas y vanguardias en miniatura de la pintura, además del uso de una enriquecida paleta de colores.

Sin embargo, hay otros casos de billetes que se encuentran fuera del ámbito galés, que igualan el pintoresquismo y el detalle del dibujo, en cuanto a retratar un motivo de orden clásico sobre la faz de un billete.



Período histórico: Segunda República (1948-Actual).
Billete de 5 Colones.
Título: Banco Central de Costa Rica.
1990.
Reverso: Cuadro "Alegoría del Café y el banano".
Anverso: Retrato de Rafael Iglesias Castro.
Printer: Thomas de La Rue and Company Limited.
Tamaño: 155x67 mm.
Pick SCWPM-236.

Cuando yo tenía edad infantil, allá por los años 70s, llegó a mis manos un simpático billete, algo maltrecho, de Costa Rica: en el mismo aparecía la denominación de CINCO COLONES, valor que, calculo, tenía cierto poder adquisitivo entonces como para poder comprar algo interesante acorde con mi corta edad.
Entonces, yo había reparado en una característica naturalmente visible sobre aquel billete: el reverso era bastante colorido y llamaba poderosamente mi atención, a diferencia de otros billetes que solían ser parcos, exclusivamente adornados con guilloches, o impresos con algún motivo simple con tonos cromáticos algo aburridos. Parecía uno de esos folletos turísticos que promocionan imágenes idílicas de producción y comercio en un destino tropical.

El billete de 5 Colones de CR fue, desde 1939 y hasta 1983, un billete de curso legal; fue sujeto de varias modificaciones en el diseño hasta que en 1968 se emitió el último ejemplar de su valor facial, retirado posteriormente por el disminuido poder de compra, merced de la devaluación.

Anteriores diseños de reversos de los billetes de Cinco Colones, circulados durante el siglo XX:




En la emisión que nos ocupa, del año 1968 y bajo la serie D, destaca una fabulosa pintura dotada con plenitud de colores y un febril dinamismo acerca de una escena de puerto, todo aquello sobre el reverso de este billete, el cual, desde esa fecha ha sido considerado uno de los más hermosos del mundo. Actualmente la pieza de papel circula como un popular souvenir en el mercado costarricense entre turistas, nacionales, y por supuesto en el mundo notafílico, debido sobre todo a la fama de belleza del diseño icónico de su reverso. Este billete tuvo una emisión aproximada de 65.000.000 de ejemplares, de los cuales se retiraron 50.000.000 debido a su desmonetización.

La pintura del reverso consiste en la reproducción parcial de un cuadro pintado por el pintor de origen italiano Aleardo Villa, conocido por el nombre de "ALEGORÍA DEL CAFÉ Y EL BANANO". El color predominante del mismo es el verde; sin embargo es suprema y dinámicamente multicolor hasta en el mínimo detalle.


El cuadro original fue pintado en 1897 sobre la superficie del techo del Teatro Nacional de Costa Rica, edificio ubicado en San José, la capital del país centroamericano. Es considerada como una de las obras de arte pictórico más valiosas y emblemáticas del país, uno de los murales más famosos de la región, y, conjuntamente con el Teatro, parte de la identidad nacional.

En 2014 la revista estadounidense USA Today catalogó al techo del Teatro Nacional como uno de los diez más bellos del mundo, gracias a ésta y otras pinturas y adornos ubicados en el interior de dicho teatro.


La pintura captura, en el contexto socio-histórico en la que se produjo, la esencia de la vida rural y la economía agrícola de la Costa Rica de finales del siglo XIX e inicios del siguiente siglo, tiempo en el que los cultivos del café y del banano ejercieron influencia determinante en el despegue del Estado costarricense y su inserción en la economía mundial.


Sector del cuadro, implantado sobre el techo del Segundo Vestíbulo del Teatro Nacional.

Como lo mencioné anteriormente, el mural fue ejecutado por el pintor italiano Aleardo Villa, aunque bajo encargo del Marqués de Peralta, y fue realizado paso a paso mediante descripciones textuales hechas por correspondencia. Debido a esa circunstancia, la escena gráfica adolece de varios detalles inexactos.


Detalle del cuadro, sector preembarque.
Las banderas de los buques de carga corresponden a los países con los que CR mantenía mayores relaciones comerciales.

Lo interesante de la inexactitud de la obra es que posee errores de contexto, debido al desconocimiento del autor en muchos aspectos que se muestran en la pintura. Algunos de esos detalles a señalar son:
  • La penca del banano está sujetada al revés. si se sujetara de esa manera se desprenderían los bananos del racimo.
  • El yugo del buey se encuentra al revés también: el elemento yugo se monta sobre el cuello del animal, no debajo.
  • El pintor, al desconocer los trajes típicos campesinos costarricenses, retrató a los campesinos de ambos sexos con trajes típicos europeos (aparentemente de origen francés).
  • Un punto interesante es que la escena muestra el café sembrado y cosechado a la orilla del mar, siendo que el café es una planta de altura, bajo un piso térmico templado subtropical. Es decir, no existe plantaciones de café sobre las riberas costeras.
Lo más destacable del "desliz" es que el autor del cuadro jamás pisó tierras centroamericanas, y por ende, desconocía personalmente la visión y la impresión in situ para poder retratar fielmente tan compleja escenografía vernácula.


Errores señalados en el detalle del cuadro.

Por otra parte, sobre la superficie del anverso del billete de marras, se halla plasmada la efigie del prócer presidencial costarricense Rafael Iglesias Castro, en cuyo período de gobierno se crearía la unidad monetaria nacional, el Colón de Costa Rica, y se inauguraría el edificio del Teatro Nacional, donde se encuentra el mural en cuestión.
Adicionalmente en el anverso, se visualiza la imagen de dos ejemplares de la "Guarianthe Skinneri", flor nacional de Costa Rica, dibujados originalmente por el biólogo nacional Rafael Lucas Rodríguez.


En toda la serie D, el nombre del ilustre personaje retratado está incorrectamente escrito debido a una confusión con las tipografías cursivas de letras empleadas en la impresión. El primer apellido se lee como "Yglesias" cuando debe ser "Iglesias".

ACERCA DEL TEATRO NACIONAL.

Cabe mencionar también que el Teatro Nacional posee una historia fascinante. Fue construida durante la época de la bonanza cafetera y bananera de CR, años en los que la nueva capital (que fuera mudada de Cartago a la actual San José), disfrutaría de las riquezas generadas por la exportación de estos productos primarios y que le dieron un nuevo statu a los costarricenses pudientes, quienes pudieron importar las diversas corrientes artísticas de la época a través de los hijos que salieron a instruirse y abrir las mentes en Europa.

La prosperidad sorpresiva del país creó una una clase sofisticada de residentes en las -aún- chicas urbes del país. A  medida que los dueños de las plantaciones crecía, conocidos localmente como los "barones del café", se dieron cuenta que la ciudad capital se convertía en un remanso económico y cultural, casi a la misma altura que los centros artísticos e intelectuales de Europa. Los ticas empezaban a anhelar las cosas buenas de la vida.

Entre los notables cambios en el panorama de la ciudad fue la decisión de construir un teatro nacional de las artes con las formas de diseño más apoteósicas posibles. Se impuso un impuesto general sobre el café exportado, además de apelar a otras tasas, para cubrir los costos de construcción de la magna obra.
Debido a esto, hay historiadores locales que expresan que, dado la envergadura de los costos y los impuestos cobrados, se asume que todos los costarricenses de entonces ayudaron a pagar el nuevo Teatro Nacional.
La fama de los salones y la ornamentación fue y es tal, que incluso llegaron a visitar y asistir a sus conciertos de gala emblemáticos presidentes como John F. Kennedy y Ronald Reagan.


Reunión de jefes de Estado en el Teatro Nacional (18 de marzo de 1963), con John F. Kennedy en primer plano.

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