Por Arq. Rodolfo Eduardo Medina.
El desierto fue concebido a la medida para los seres místicos con almas antiguas. Eso escuché hace tiempo por parte de un anciano oriundo de un poblado igualmente antiguo recostado en las faldas andinas. Y es cierto.
Las costas occidentales sudamericanas poseen miles de kilómetros de desiertos, cada uno distintos a su manera, y de todos ellos, cuántos esconderán tesoros de civilizaciones humanas perdidas? A lo largo de mi casi veintena de veces que me ha tocado transitar por los largos desiertos peruanos y chilenos, salvo el de Atacama, ninguno me ha capturado el interés y la imaginación como las mesetas iqueñas. Adoro los desiertos, más que nada el crepúsculo sobre las dunas o el horizonte oceánico, el lenguaje de las arenas que barre el viento bravo, el equilibrio entre vida y muerte sobre la superficie, y los sonidos, aquellos sonidos del silencio y quietud. Son los fantasmas ancestrales del desierto que moran en cada ventisca, lo que, junto a la convección solar del día hacen vibrar sus líneas de horizontes.
La MESETA DE JUMANA (también conocida como Pampa San José), donde se asientan las enigmáticas "Líneas y Figuras" de Nasca, así como también sobre las franjas de desiertos vecinos y las laderas de las estribaciones que los contienen, poseen aún tesoros de un conocimiento antiguo aún incomprensible para el actual nivel de civilización, quienes aún estamos tratando de encontrar el cómo y el porqué de estos colosales "jeroglíficos" bidimensionales.
Para leer mi historia previa completa acerca de las Líneas de Nasca y de Palpa, tengo este siguiente enlace:
Tal como hizo María Reiche, la mejor manera de comprobar las formas y la escala de los trazos, es sobrevolarlos a distintos niveles de altura. Me refiero, a distintos niveles, porque hay figuras que se visualizan con mucha claridad a unos 100-300 metros de distancia o altura. A partir de los 600-1000 o más metros, algunas de las figuras se tornan pequeñas y difusas pero empiezan a prevalecer las formas geométricas que, en muchos casos, asemejan pistas de aterrizaje en forma de líneas largas en sí "perspectivadas" (de área trapezoidal); además, mientras más altura se va alcanzando, se comienza a identificar múltiples líneas y áreas geométricas que nacen desde puntos en común, se entrecruzan, o se intersectan, en algunos casos en ángulos perfectos de 90°. En un vuelo crucero de avión, o incluso a nivel satelital, no se ve ningún detalle de las figuras, pero sobresalen otras líneas larguísimas, algunas de las cuales cruzan a lo ancho de toda la meseta (como la famosa cruz de líneas).
Por eso, la motivación mayor para quedarse en Nasca, consiste en realizar un vuelo y percibir lo mismo que sintió la doctora Reiche al contemplar el vasto lienzo. Desde el sitio donde se encuentra la Torre-Mirador a un costado de la ruta Panamericana Sur y en medio de tres geoglifos (las "Manos", el "Arbol de Huarango", y el "Lagarto", el cual yace tristemente "cortado" por el paso de la misma ruta vial) quedan unos 20 kilómetros para llegar a la ciudad de Nasca.
Letrero de Bienvenida a la ciudad, cerca de uno de los desvíos (hacia la derecha) que conduce al Complejo Arqueológico de Cahuachi. A lo lejos, la silueta fantasmal del Cerro Blanco, visto hacia el sur.
NASCA (Km 439, desde Lima) es como muchas localidades de la costa peruana: enmarcada sobre un oasis, seca y arenosa, con skyline ausente (no hay edificios ni estructuras altas sobresalientes), cuya Plaza de Armas es el centro de todo el movimiento y la vida social-comercial. Posee una atmósfera sumamente apacible.
Se sitúa en la margen derecha del río Aja, afluente del río Grande, sobre un estrecho valle a 520 m.s.n.m. Posee una población estimada de 49.200 habitantes. Es una ciudad que está permanentemente sometida a fuertes movimientos telúricos, al igual que Ica, Pisco y Chincha. Junto con el distrito de Vista Alegre forman un sólo núcleo urbano, al estar ambos prácticamente unidos.
Desde antes de la conquista, la región era conocida como Caxamarca, tal como lo registran los títulos de escrituras de los corregidores y Cédulas Reales de la época. En los documentos se señala que el Repartimiento de Caxamarca comprendía tres grandes Parcialidades: Nazca, Collao, y Palpa. Que la Parcialidad de Nazca se extendía por las quebradas de Aja y Copara, en el decir de hoy, Tierras Blancas y Las Trancas; que la Parcialidad del Collao correspondía al valle El Ingenio, y la Parcialidad de Palpa se situaba entre las quebradas del Río Grande y la de Las Viscas.
Nasca, además de sus líneas, también fue conocida por producir un aguardiente de uva -similar al pisco- destinado para el consumo de los esclavos, y al que los habitantes locales llamaban nazca. Así mismo se dice que se produjo el primer pisco en la Hacienda Cahuachi, por un esclavo afroamericano de los dueños de ese fundo.
Al ser un lugar seco, desde tiempos del incario se ha realizado un formidable trabajo de ingeniería hidráulica, trayendo agua desde las alturas cordilleranas, a través de ramales subterráneos llamados acueductos, que sirven hasta la actualidad para el riego de terrenos de cultivo y para uso doméstico (un ejemplo de éstos son los Acueductos de Cantalloc).
La urbe posee un aeródromo regional, cuyo nombre honra la memoria de la guardiana estudiosa de las Líneas, María Reiche Grosse Neumann, y está ubicado paralelo a la ruta Panamericana, en la salida sur del casco urbano.
Existen numerosos operadores de turismo que ofrecen los tours para avistar las Líneas y Figuras. Hay que armarse de paciencia y escoger el idóneo, ya que puede haber mucho "chamuyo". Yo me contacté con una persona nativa de Nasca, quien guió a su vez a una pareja de amigos míos.
El vuelo, según la operadora turística, varía de precio y de alcances de avistamiento. Hay de dos tipos, cuyos precios oscilan entre 120 y 150 dólares US$ por persona, dependiendo si el vuelo incluye geoglifos de Palpa, o no. El vuelo dura aproximadamente entre 30 a 40 minutos (este último tiempo si incluye la parte de Palpa).
Al usar las instalaciones del aeródromo se debe pagar una tasa de 30 Soles que pagas in situ por concepto de Impuesto Aeroportuario; además se cobra un Impuesto Turístico (...) de 47 Soles, pagaderos en el aeródromo. Para tomar el sobrevuelo debes tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:
- Reserva el sobrevuelo con mucha anticipación.
- Prever la estadía en Nasca por 2-3 días, por si se anula el vuelo (sujeto a condiciones meteorológicas).
- Prever tu cámara suficientemente cargada y habilitada para las tomas en vuelo (es solo una oportunidad).
- Los vuelos habitualmente salen entre las 07h00 y las 10h00. Más tarde los vientos locales arrecian.
- No se debe consumir alimentos pesados desde la noche, y nada por la mañana.
- Hay un cargo adicional en caso de pesar (individualmente) más de 95 kg.
- Tomar una pastilla efectiva para las náuseas y el mareo, al menos 30 minutos antes del vuelo.
- Las avionetas están equipadas con bolsas para mareo.
El vuelo arranca tomando hacia el oeste, enfilando hacia la planicie de Jumana desprovisto de toda vegetación y dejando el valle fértil atrás. Lo primero que aparece sobre la superficie son los gigantescos abanicos aluviales (cauces secos de antiguos ríos y huaycos estacionales) que se abren desde los cerros y se dirigen, pendiente abajo hacia el valle del río Nasca al sur.
El recorrido inicial hasta cierto momento es apacible, cuando entonces empiezan los avistamientos de las emblemáticas figuras tan reconocidas en el Mundo. Para cada figura, la avioneta ejecuta un sobrevuelo girando en "8" (una suerte de rizo espacial), casi en posición vertical a 90° con respecto al plano de superficie terrestre. Esta maniobra se hace para que todos los pasajeros visitantes (seis en total, además de los dos tripulantes oficiales) puedan ver directamente desde su posición. Ahora es cuando la pastilla contra los mareos debe hacer la magia.
Hasta llegar al sitio de las Figuras, el aeroplano efectúa un vuelo crucero durante los primeros minutos, y a continuación desciende considerablemente para posicionarse en cada sector de la Figura a sobrevolar, calculo que aproximadamente a unos 300 metros de altura sobre la pampa. Durante el recorrido se apreciarán decenas de líneas rectas y "campos trapezoidales", algunas aisladas y otras entrecruzadas, además de al menos trece de las figuras más importantes de Nasca, y una decena de las de Palpa (en caso que el vuelo las incluya).
Dos líneas conformando la esquina de un cuadrado, en perfecto ángulo recto, al lado de una cuenca seca aluvial.
Líneas, campos y segmentos "perspectivados", incluso extraños "puntos"...
Las Figuras de Nasca importantes sobrevoladas son: La "Ballena", los "Trapezoides", el "Astronauta", el "Mono", el "Perro", el "Colibrí", la "Araña", el "Cóndor", el "Loro", las "Manos", y el "Árbol de Huarango" (estas dos últimas se aprecian justo al lado de la Torre-Mirador y la ruta Panamericana).
Al bordear la parte septentrional de la meseta de Jumana se aprecia el inicio del valle de El Ingenio y la población de San José -La Pascana-, en la foto a continuación.
Por último, desde el aire se puede apreciar de manera clara la famosa intersección de las Líneas más extensas y contrastantes que son visibles incluso a altura satelital, la famosa Cruz, que abarca casi toda la superficie de la Meseta de Jumana (foto inferior).
Al terminar de efectuar el sobrevuelo sobre las Figuras de la meseta de Jumana, la dosis de Dramamine (pastilla contra el mareo) no me fue suficiente, y en la siguiente etapa del vuelo, mientras sobrevolaba algunas Figuras de Palpa, me empezó a venir encima la sensación agria inminente de las náuseas.
Todavía victorioso luego de las volteretas aéreas, mientras sobrevolaba el valle El Ingenio y la pampa desértica de Changuilla, con las últimas tomas, cacé una bolsa para mareos y, de ahí en más, me descompuse. Afortunadamente el viaje de regreso en el mínimo aeroplano transitó un curso relativamente tranquilo entre las turbulencias del paisaje árido hasta la maniobra de aterrizaje en Nasca: mis compañeros de viaje -todos europeos- se rieron de mí, el único con cara desconfigurada al momento de desembarcar.
El circuito aéreo resultó inolvidable, más allá del malestar ocasional, y es 100% recomendable. Es la única forma de tener la idea aproximada de qué significa este sitio, lo que contiene, y su entorno. Uno queda inexorablemente pasmado con la extrema escenografía, y con muchas interrogantes, que forman parte de la Cordillera de Los Andes y de todos sus misterios.
Gracias, Srta. Gisela, de Agencia de Turismo PerúNascaViajes.
Gracias, Operador de Vuelo, Tte. Jorge Velasco.
Gracias, AeroParacas (avioneta con matrícula OB-2107).
Gracias, Pachamama.
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Después de la experiencia, me di una vuelta en tricimoto hasta la Torre-Mirador de la Panamericana sur, y claro que no es lo mismo, obviamente; además se ven dos geoglifos de forma completa. Lo que sí me llamó la atención es lo que observé en el lugar: Por qué el Ministerio de Cultura no quiere incluir el nombre de María Reiche en el sitio del mirador metálico que ella hizo construir? Pareciera que se quiere borrar la memoria de la Guardiana de las Líneas, pues el panel de la torre ha sido pintado encima de su nombre.
La entrada para acceder al mirador tampoco menciona en ningún lugar su nombre.
Yo creo que no es justo. Se debe recordar que María Reiche pagó por esta torre, su transporte e instalación. Además, era gratis subir cuando ella vivía. Ahora el ministerio lucra cobrando s/.6 por persona, y no le da respeto ni crédito a la doctora Reiche, quien, gracias a ella, conocemos acerca del lugar.
Y hablando de crédito, la historia peruana ha dejado de lado la figura de esta gran mujer, una alemana de corazón andino, que dio 50 años de su vida, dedicada íntegramente a un desierto del territorio nacional que no era de ella, aunque en su corazón y en su mente fue más ciudadana que muchos conciudadanos. Su esfinge, hasta el día de hoy, no ha figurado en ningún billete.
Sin embargo, se ha llegado a acuñar monedas del signo Nuevo Sol desde hace una década, con uno de los geoglifos más emblemáticos, el Cóndor, en los valores de s/.2 y de s/.5.
Otra cosa curiosa a añadir, que se registra cuando uno se halla al pie de alguno de estos geoglifos, es el detalle puntual de sus extremidades (la forma y la cantidad de sus "plumas", por ejemplo). En efecto, algunas extremidades (las inferiores sobre todo) toman relevancia y acentúan algún carácter del mismo, convirtiéndose en una especie de graffiti con cierta identidad dentro de la silueta reconocida, algo parecido a un código inmerso dentro de un párrafo literario. En ese sentido, las patas tridáctilas del Colibrí y del Cóndor son muy "elocuentes" y diferenciadas, así como sus respectivas colas.
En el caso de la Araña, las patas sinuosas y simétricas adquieren una extraña convergencia en ambas direcciones (una de las patas está "anclada a algo"); la forma de su cabeza, con tres prominencias tipo "antena" también es muy característica y está presente en muchas de las nuevas figuras descubiertas de geoglifos de humanoides. La triada [ dos brazos delanteros + cabeza ] no puedo evitar asociarla simbólicamente con el famoso Tridente de Paracas. El Colibrí también posee una especie de "anclaje perpendicular" en la punta de su largo pico.
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Aparte de los dibujos de la región, y exceptuando los acueductos y cementerios ancestrales que se ubican en el sector, hay dos sitios que merecen la atención y la visita de rigor: CAHUACHI, y el CERRO BLANCO.
EL COMPLEJO ARQUEOLÓGICO DE CAHUACHI.
Unos 20 km al occidente de la zona urbana de Nasca, y sobre el límite del valle homónimo colindante con el desierto nasqueño, se halla el emplazamiento de CAHUACHI, catalogado como el Centro Ceremonial en adobe más grande del Mundo. Recuérdese que Chan Chan, en cambio, se la considera como la ciudadela de adobe más grande.
Hay una casualidad que hermana muchos de los sitios arqueológicos peruanos de la costa, y es que a menudo se encuentran ubicados sobre plataformas áridas sin vegetación aunque cerca de un valle fértil. Eso sucede con los complejos arqueológicos de Tucume, El Brujo, El Áspero, Chan Chan, Pachacamac, Caral, entre otros. Y Cahuachi no es la excepción.
A vista aérea, el emplazamiento está cubierto totalmente por denso material aluvial, y bordea el valle angosto del río Nasca sobre su lado norte.
Se trata de un complejo urbano respaldado por 145 áreas excavadas con varios conjuntos templares, uno de ellos, la cual se encuentra completamente descubierta, con forma de pirámide trunca. La particularidad de esta pirámide radica en que, siendo de adobe posee la mayoría de su volumetría perimetral basada en planos verticales, paredes de aproximadamente 1.5 a 2.0 metros de altura, separados por pasadizos a modo de laberinto lineal.
Imagen de arriba: La Gran Pirámide (izquierda), y el Gran Templo (derecha).
La ubicación del emplazamiento y la finalidad del centro ceremonial es explicado por el doctor Giuseppe Orefici, director principal del grupo de arqueólogos encargados de examinar el complejo:
"La reaparición natural de la napa freática sobre el lecho del río Nasca en la zona de Cahuachi se puede definir en la actualidad, bajo conceptos estrictamente geo-hidrológicos, como el comportamiento de "arroyos o ríos influyentes", es decir, que este tipo de río fluye por algunos sectores sobre la superficie, mientras que por otras, sus aguas se sumergen bajo tierra. Pero en la antiguedad, este comportamiento acuífero era interpretado de una manera diferente, como una aparición mágica, un designio sobrenatural de los dioses, y por supuesto, de acuerdo a esa lógica la zona de Cahuachi hace unos 2500 años adquirió una connotación sagrada".
Es un lugar muy extraño casi que surrealista bajo el tórrido sol. Han sido muy pocos los estudiosos que han realizado investigaciones profundas y consecuentes sobre el sitio, rescatando entre ellas los proyectos arqueológicos ejecutados por William D. Strong (1952-1953) y Helaine Silverman (1984). Sin embargo, las excavaciones sistemáticas y pluridisciplinarias desarrolladas por el Centro de Investigaciones Arqueológicas Precolombinas, presididas por Giuseppe Orefici, desde 1984 hasta la fecha, han permitido obtener una visión global de lo que realmente significó Cahuachi.
Giuseppe Orefici en el Museo Antonini de la ciudad de Nasca.
Gracias a estos valiosos estudios es que podemos establecer un andamiaje cronológico aproximado de la presencia del antiguo hombre de la región, el mismo que va desde el Período Pre-cerámico con el hallazgo de los restos del llamado "Hombre de la Pirámide 2" (4280 años a.C.), para atravesar posteriormente por el proceso constructivo de Cahuachi (400 a.C. - 300 d.C.), hasta su abandono total como Centro Ceremonial, hacia el año 400 d.C. La población remanente se reinstaló en sitios vecinos del valle hasta que, según pruebas geológicas encontradas, un gran aluvión enterró la mayoría de las comunidades instaladas.
Para comprender mejor el proceso constructivo de Cahuachi, éste obedeció a cinco fases diferenciadas:
4280-400 a.C.
Ningún indicio o teoría razonable, salvo los hallazgos recientes de las "pequeñas" Momias Tridáctilas (tres largos dedos) encontradas en la región, y que no poseen fisonomía completamente humana.
Fase 1: Formativa (400-100 a.C.).
- Adquiere una connotación de santuario.
- Sus construcciones son aisladas.
- Muros de caña sin base.
- La sociedad es dominada por la clase sacerdotal.
Fase 2: Apogeo (100 a.C. - 100 d.C.).
- Toma la categoría de centro ceremonial.
- Aparece una arquitectura monumental.
- Se construye el "Templo Escalonado".
- Uso de adobes cónicos diversos.
Fase 3: Monumental (100- 300 d.C.).
- Alcanza la categoría de Capital Teocrática.
- Se llega a un nivel alto en el aspecto constructivo.
- Se construye la "Gran Pirámide" y el "Gran Templo".
- Aparece el uso de adobe paniforme.
Fase 4: Momento de abandono (300-400 d.C.).
- Continúa como Capital Teocrática.
- Se ejecutan varias modificaciones en los edificios.
- Se incorporan otros templos.
- Utilizan rellenos de vegetales en el piso (técnica plectomorfa).
- Emplean indiscriminadamente los diversos tipos de adobe.
- Se produce un gigantesco evento cataclísmico sobre el sitio.
- Emigración de gran parte del pueblo.
Fase 5: Intento de remodelación (450- 500 d.C.).
- Los muros son destruidos.
- Fracasan los intentos de reutilización de los templos.
- El lugar se convierte en una gran necrópolis.
- Se considera el recinto como lugar sagrado.
- La población restante migra a la parte media del valle, aguas arriba.
Otra avalancha de barro de grandes proporciones destruye el valle, a fines del primer milenio d.C. Con lo cual finaliza definitivamente la actividad religiosa en ese lugar.
Si bien es cierto que, como en otras culturas del Mundo, resulta difícil interpretar los factores evolutivos del aspecto socio-político, económico y religioso de un pueblo, nada fácil significó hallar la decadencia traumática de Cahuachi, aunque sí hubo algunas evidencias notables. Tal como lo expresa Giuseppe Orefici, la destrucción del Complejo se debió a dos catastróficos fenómenos naturales: un terremoto con alta magnitud, seguido de un gigantesco huayco (torrente de lodo) a consecuencia de un Mega Niño, sucedidos entre los años 350 y 400 d.C.
Los sobreviviente del Complejo, como último acto, procedieron a sellar todo lo que quedaba de las estructuras templarias con una gruesa capa de arcilla y rellenada en sus pasadizos y habitáculos con material aluvional. Por esa razón y desde entonces, con el paso de los siglos y las afectaciones de los demás Fenómenos de El Niño, las ruinas selladas han quedado enterradas, en su mayoría visibles como colinas.
Originalmente el panorama que se tenía desde el Complejo Ceremonial y del valle del río Nasca era más plano y a nivel con respecto a la meseta donde se ubican las Líneas. Sin embargo, como consecuencia de los gigantescos aluviones, la vista está bloqueada por una especie de loma continua con leve pendiente hacia el extremo occidental de la meseta.
Cahuachi en su mejor momento llegó a abarcar una extensión de 24 km2, y hasta la fecha han sido detectados más de 30 templos piramidales truncas dentro de este perímetro (muchas estructuras aún yacen enterradas). Su uso como centro ceremonial hace pensar, por la magnitud, extensión y calidad de su construcción, que fue el lugar de mayor irradiación religiosa de toda la región sur del Perú.
De algunas formas competía en importancia con el centro religioso de Chavín de Huantar, aunque debido al emplazamiento tan distante y diferente, así como la cultura y la cosmología propia de cada uno, no se los debe ubicar al mismo nivel. Cahuachi, de cierta forma, fue para el territorio meridional del Perú lo que hoy sería el equivalente a un "Vaticano Prehispánico", para que se entienda mejor su papel dentro del universo tan diverso de las culturas andinas de aquel momento.






El emplazamiento del sitio arqueológico de Cahuachi está separada físicamente de la Meseta de Jumana o San José, exclusivamente por el estrecho valle bajo de Nasca, el cual lo bordea sobre el lado meridional y sigue hacia su lado oeste, recibiendo todos los abanicos de origen aluvial que atraviesa la meseta y sus dibujos. Si aceptamos la hipótesis que la meseta con sus dibujitos fue una especie de "centro ceremonial abierto", donde se desarrollaban ritos propiciatorios de agua y/o fertilidad, algo así como un gran "Templo sin paredes", podríamos concluir, casi sin temor a equivocación, que existió una relación lógica y vinculante entre la pampa y los habitantes que vivieron en Cahuachi.
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Pasando a un siguiente tema, el otro sitio interesante que merece visita en la zona, se encuentra hacia el sur del tejido urbano de Nasca; cuando la bruma lo permite, es visible en casi todo el valle homónimo. Se trata del apu Cerro Blanco.
CERRO BLANCO ENIGMATICO.
Durante mis pasos por la comarca, solía otear el horizonte en dirección hacia las montañas, esas que tanto he
curioseado y analizado desde la ventana del transporte ocasional a lo largo de
la gran muralla de Los Andes, con la esperanza de lograr ver alguna cima nevada de la cordillera, en contraste con el paisaje árido sobre la cual me desplazaba, la mayoría de las veces, de tránsito hacia Argentina o viniendo desde el sur.
Reconozco que hasta hace algunos años, Nasca no había despertado en mí, más interés que las Líneas
famosas del sector. Hasta que, esta última vez (2017), dirigí el rastreo de más lugares para conocer en las vecindades de la región nasqueña, aprovechando que en esta ocasión tenía planificado quedarme unos días en esta enigmática tierra y de una vez concretar mi sueño de ver las Líneas de Nasca desde el aire.
Mi sorpresa inicial fue toparme en el Google Earth con una mancha blanca descomunal
sobre la orografía circundante. Primero pensé que se trataba de un macizo
nevado muy cerca al valle de Nasca, lo cual me parecía extraño, ya que yo sabía
que los cinturones nevados con glaciares permanentes se encuentran bastante
lejos de las cordilleras próximas a los valles arenosos de la costa del Departamento de Ica.
A continuación me enteré que esa mole con tonalidades albinas era pura arena. En efecto,
se trata de una montaña de arena, una gigantesca duna, la más alta que se conoce,
cuya cota alcanza los 2078 metros sobre el nivel del mar. Es decir, la cúspide alcanza básicamente un piso térmico entre templado y frio. Pura arena fría!
Así que, entonces, lo primero que hice esta vez, apenas arribaba a la pampa de Jumana, en un cómodo ómnibus de la empresa
Cruz del Sur, fue mirar de frente al horizonte, luego de haber pasado la torre-mirador metálica de observación de las Figuras, en dirección a los últimos kilómetros que me separaban de la ciudad de Nasca. Siendo un día bastante despejado, me quedé anonadado inmediatamente al ver
aquella silueta blanca más allá del borde superior próximo de la cordillera, bajo cuyos pies
se alza el valle de Nasca, con una finita capa de bruma encima.
A la distancia, la montaña pareciera no poseer contrastes sobre el azul del cielo; es como si flotara.
Es una gran sombra, con leves estrías que se revelan tímidamente sobre su
superficie. A diferencia de las infinitas dunas que se ven a lo largo de los
desiertos peruanos sobre la ruta, ésta se posa sobre la cordillera pétrea y oscura, como una bola de helado de vainilla encima de un buen pedazo de cake de
chocolate. Más que una bola de helado, se asemeja a una especie de tutuma hecho
de cemento blanco, o un sarcófago de imposibles proporciones.


Llama profundamente la atención. Es que estamos acostumbrados a avistar montañas con esa textura y color cubiertas de nieve, no de arena. Y esta montaña tiene
tanta cantidad de arena que alcanza alturas serranas. Son poco más de dos kilómetros ni más ni
menos, sobre el nivel del mar. Tomando en cuenta la altura desde la base misma, y restando el nivel de la plataforma adyacente al valle de Nasca, la altura efectiva es de casi un kilómetro y medio.
Conforme uno se va acercando a la gigantesca duna, la naturaleza misma del
macizo es como la del puré de papas: de textura porosa y con las ondulaciones
típicas de un conjunto de dunas sometidas a un intenso movimiento
eólico. Esta duna, la madre de todas las dunas, en realidad consta de un enjambre de centenares de dunas que la
conforman.
Tanta arena sobre semejante altura no puede haberse depositado así
porque sí sobre un único promontorio: según parece, alguna suerte de una fuerte y constante confluencia eólica propició que se depositara ingentes cantidades de arena desplazada desde las vastas extensiones de desierto de las vecindades, a través de los siglos.
Entonces me decidí treparlo, y si las circunstancias eran favorables, llegar hasta la cima. Se toma la Carretera Interoceánica 30A (vía a Puquio), y luego de pasar un
complejo minero dejando atrás el angosto valle que se abre hacia Nasca, se encuentra -sobre el lado derecho- el inicio del sendero que conduce hacia la
estribación de la montaña que asciende hacia la cúpula albina. Es aquí que me percaté del
intenso tráfico de turismo de aventura que deja estelas impresionantes de polvo al pasar los vehículos sobre el camino consolidado, ya que las
agencias de turismo local ofrecen como uno de sus fantásticos tours, hacer “sandboarding” sobre el Cerro Blanco. Es una
especie de surf que se efectúa sobre las arenas prístinas y gélidas desde la cima, teniendo
como telón de fondo la majestuosidad de las estribaciones de la cordillera y de la gran meseta donde descansan las Líneas y los Geoglifos impertérritos de Nasca hasta donde da el horizonte. A cierta
altura de la cuesta del sendero, el aire cálido y seco, cambia a unos ventarrones con
ráfagas más bien frías, acompañados de finas partículas de arena.
El vehículo todo terreno llega hasta un recodo superior de roca y desde ese lugar se puede ascender en cuatriciclos hasta la misma cumbre. La vista desde ahí resulta única e indescriptible.
Un amigo investigador peruano me reveló hace poco que esta montaña fue objeto
de investigaciones por parte de la NASA, y que dejaron un campamento abandonado
hace unos 20 años atrás, al pie del cerro, precisamente en el borde mismo donde empiezan las
arenas. Mi amigo me transmitió adicionalmente algo que yo también comparto como impresión:
ese cerro aparenta ser la cobertura de un gigantesco
monumento (yacimiento) arqueológico aún sin revelar.