viernes, 7 de marzo de 2025

LOS CHAVINOS, LA ESTELA DE RAIMONDI Y EL PRINCIPIO DEL MUNDO ANDINO

Por Arq. Rodolfo Eduardo Medina.

El viajero que llega por primera vez a Lima sin haber recabado información previa del país, se llevaría una rotunda impresión errónea. Es que Lima se encuentra clavada sobre una meseta árida rodeada de colosales montañas de roca y arena. Jamás imaginaría que, tan solo trepar al cabo de un par de horas la formidable muralla de Los Andes, encontraría una serranía esteparia llena de colores vivos y sorprendentes escenarios que quitan el aliento.

Cuando se atraviesa la costa peruana en sentido longitudinal, desde los matorrales xerófilos y los bosques secos del cordón de Amotape ubicados en el departamento de Tumbes y norte de Piura, se ingresa a la bioma de desierto extremo pasando el valle del río Lambayeque, donde se encuentra la urbe metropolitana de Chiclayo. Este es el primer desierto en el sentido estricto de la palabra, donde la ausencia de vegetación es la regla a lo largo de la línea de costa, excepto los 52 valles fluviales transversales que se suceden a lo largo de los departamentos del árido litoral peruano (Lambayeque, La Libertad, Ancash, Lima, Ica, Arequipa, Moquegua y Tacna). Adicionalmente, sobre una importante superficie del departamento de Piura se halla la ecorregión del desierto de Sechura, un territorio de suma aridez aunque con potencial sedimentación orgánica y sometido a los rigores crónicos de los Fenómenos de El Niño; ocasiones en las que sobre un gran porcentaje de la superficie suele florecer arbustos e inundarse abundantemente.

Sin embargo, una vez se atraviesa la primera franja de montañas de colores desteñidos por la bruma abundante del litoral, aparecen los callejones "interserranos" que cobran vida. El Callejón de Huaylas es uno de ellos. Y resulta ser el más impresionante: por algo a esta región del Departamento de Ancash se la conoce como "la Suiza de América" debido a los más de 160 km de montañas y glaciares que coronan la Cordillera Blanca.


Entre la planicie arenosa de la costa y esta Cordillera Blanca, se interpone la Cordillera Negra, con cotas de altura de menores dimensiones (obviamente carece de glaciares y nieves ocasionales). Entre estas dos cordilleras transcurre el Callejón de Huaylas, en cuyo fondo está el río Santa, desde el páramo de Conococha (al sur) hasta el inicio del Cañón del Pato (al norte). El río Santa desciende y termina de desembocar en el océano, al norte de la ciudad de Chimbote.


Pero, más hacia el este, del otro lado de la Cordillera Blanca, aparece una seguidilla de quebradas profundas y valles escondidos detrás de las siluetas de los macizos nevados. Uno de ellos es el CALLEJÓN DE CONCHUCOS.

Desde Lima, la mejor forma para acceder al Callejón de Huaylas, como ya lo he mencionado y desarrollado en un post anterior, es tomando la Panamericana Norte, y a la altura de Pativilca, tomar el desvío hacia la derecha, la Ruta PE-16, que va rumbo al Páramo de Conococha. La primera etapa de esta ruta transcurre en medio de campos de cultivos de caña.

Ver post:


Pativilca es un bastión del azúcar, y a lo largo del valle transversal donde corre la ruta hacia la alta cordillera, discurre el río Fortaleza, el cual baña extensos sembríos de ingenios azucareros. Poco a poco el valle empieza a cerrarse desde el km 20 hasta el km 49, lugar en donde la niebla de la costa ya se disipa. A partir del pueblo de Chasquitambo (km 49) el camino empieza a subir en zigzag, hasta coronar el páramo donde se encuentra el poblado de Conococha (km 121) y la laguna del mismo nombre (4100 m.s.n.m.).



En este poblado existe una bifurcación de carretera que conduce a Huánuco (Ruta 3N-Este) también conocida como ruta de Antamina: este camino además conduce al pueblo de Chiquián, situado en las vecindades de la Cordillera de Huayhuash (imagen de abajo).


El nombre de Conococha proviene del quechua y significa "lago caliente", a pesar que durante casi todas las mañanas amanece con una capa perimetral de hielo. Esta laguna es poco profunda, a menudo adornada con bastante ganado que pasta en las riberas y se comen las algas que crecen en los contornos del lago.
Es común que muchas lagunas de la zona sean muy azules por la mañana y luego tornen a un castaño rosado arribando la tarde, cuando las algas suben a la superficie. Esa especie de alga se la recolecta y la venden en los mercados locales como una verdura, muy parecida a unas pelotas de golf de color verde.

Apenas la carretera empieza a descender del páramo, acompaña un curso de agua en medio de ciénagas, lugar en donde nace el río Santa que seguirá a lo largo y el fondo del Callejón de Huaylas en dirección norte.


Siguiendo por la Ruta 3N-Norte, siempre en ligero descenso y antes de llegar al poblado de Recuay, está la bifurcación para tomar la ruta PE-110 que se dirige hacia el paso de montaña Kahuish, y que parte desde el pueblo de Cátac (3570 m.s.n.m.). Este camino posee lindos paisajes de la campiña de suave pendiente y un paneo general de casi todo el skyline de la alta Cordillera Blanca central, hasta que se torna en un valle angosto con una preciosa laguna azul, Querococha, a los pies de picos erosionados con nieve (nevado Yanamaray). Es un sitio ventoso y sobre las riberas puede haber olas pequeñas; se ven grupos aislados de puya raimondis sobre las laderas.


Laguna Querococha (3950 m.s.n.m.); vista hacia el levante.


Desde la ruta, la Laguna Querococha; vista hacia el poniente (al fondo en el horizonte, la Cordillera Negra).


Túnel "Paso Kahuish" (4520 m.s.n.m.), portal meridional de acceso al Callejón de Conchucos. Luego de cruzar el túnel, la ruta, que a partir de este punto es afirmada, desciende en un camino de cornisa acompañada por un riachuelo de aguas color cobre, hasta el Callejón de Conchucos y dentro de él, a uno de sus valles, el de CHAVÍN, perteneciente a la provincia ancashina de Huari.


Estatua blanca con cruz, a la salida del Túnel Kahuish, hito que marca la región posterior de la Cordillera Blanca.




La ruta afirmada desde el abra de montaña, transcurre en una quebrada entre montañas muy erosionadas y empinadas. Son muy frecuentes las ventiscas con polvo que descienden desde los planos inclinadísimos montañosos. El camino desciende en medio de un paisaje salvaje salpicado con parcelas en forma de mosaicos. Los rebaños ovinos son habituales y suelen estacionarse sobre la ruta contemplando la nada, hasta que el paso de un vehículo los saca del letargo.


Paisaje desde la ruta, hacia el sector de Santa Cruz de Mosna (imagen de arriba). Desde este punto el descenso es más suave hasta ingresar en el VALLE DE CHAVÍN (3150 m.s.n.m.)La distancia desde Cátac hasta Chavín es de 66 km (31 de ellos transcurren sobre vía asfaltada, hasta el Túnel Kahuish).
El valle donde se asienta el poblado de Chavín es encantador; su gente es muy jovial, tradicional y hospitalaria; es un pueblo que se inclina a cuidar su recinto sagrado adyacente, las ruinas milenarias del complejo sagrado de Chavín de Huantar.








El pueblo de Chavín es una retícula urbana regular y pequeña, construido donde el valle se estrecha. Hasta hace un par de décadas, los pobladores quechuas decían que, una generación atrás, se conocía a los habitantes como ladrones de ganado y cuando un extraño entraba en el pueblo las puertas se cerraban de golpe y les echaban cerrojo a las ventanas. Actualmente y desde hace años, viven en una manera más apacible y relajados, y prefieren ayudar a los turistas que viene en busca de sosiego y para apreciar el yacimiento arqueológico vecino. El pueblo posee lindos lugares para hospedarse y simpáticos restaurantes de comida nativa.



DE CÓMO SE DESCUBRIÓ CHAVÍN DE HUANTAR.

Pedro Cieza de León (1520-1554), cronista español, fue el primer "occidental moderno" en mencionar su existencia:

"Entre los aposentos antiguos [de la provincia de Huaraz] se ve una fortaleza grande o antigualla, que es una a manera de cuadra, que tenía de largo ciento cuarenta pasos, y de ancho menor, y por muchas partes de ella están figurados rostros y talles humanos, todo primísimamente obrado; y dicen algunos indios que los incas, en señal de triunfo por haber vencido cierta batalla, mandaron hacer aquella memoria, y por tenerla para fuerza de sus aliados. Otros cuentan, y lo tienen por más cierto, que no es esto, sino que antiguamente, muchos tiempos antes que los incas reinasen, hubo en aquellas partes hombres a manera de gigantes, tan crecidos como lo mostraban las figuras que estaban esculpidas en las piedras, y que con el tiempo y con la guerra grande que tuvieron con los que ahora son señores de aquellos campos se disminuyeron y perdieron, sin haber quedado de ellos otra memoria que las piedras y cimiento que he contado".


En 1616, Antonio Vázquez de Espinosa realizó una descripción del templo según sus habitantes vecinos. En 1873 visitó el sitio el explorador ítalo-peruano Antonio Raimondi, quien quedó impresionado, pero a la vez lamentó el estado deplorable en que se encontraba, así como hizo notar que los pobladores cercanos lo usaban como cantera para abastecerse de piedras para la construcción de sus viviendas. A partir de 1919 fue investigada por el arqueólogo peruano Julio C. Tello, que realzó su importancia y lo consideró como la sede de la más antigua cultura peruana, la que habría dado origen a la civilización andina. Cabe señalar que, para ese entonces, aún se desconocía el emplazamiento de Caral-Supe (la cual es mucho más antigua).

El 17 de enero de 1945, un aluvión originado por el desborde de la laguna Rúrec cubrió y dañó las estructuras del santuario, produciéndose acumulaciones de hasta cuatro metros en algunos sectores del campus arqueológico. Posteriormente entre los años 1955 y 1965 se retiraron los estratos aluviales, y es entonces que ello puso al descubierto zonas hasta entonces desconocidas, como por ejemplo, el portal de la Pirámide Mayor, bautizada como el "Pórtico de las Falcónidas".

Entre 1966 y 1973, un equipo de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, encabezado por Luis Lumbreras y Hernán Amat Olazábal, excavó en el sitio y amplió el conocimiento sobre los pasajes y recintos interiores del santuario. En los años 1970 y 1980 Richard Burger realizó excavaciones estratigráficas, que condujo a clarificar las secuencias del desarrollo de la cerámica del lugar. De 1980 a 1982, se desarrolló el Proyecto Arqueológico Chavín de la Universidad Nacional Federico Villarreal, auspiciado por la Fundación Volkswagenwerk y dirigido por Federico Kauffmann Doig.

Según los datos recopilados por el escritor chavino Lucio Meza Marcos en su libro "Templos y Dioses de Chavín", la palabra "chavín" porviene del vocablo quechua "chawpin" que significa "en el medio" o "en el centro", afirmándose, por la ubicación del lugar, que fue el centro de los pueblos antiguos del mundo andino.
También existe la teoría dada por Julio C. Tello (1923) que la palabra "chavi" en lenguaje Caribe significa "tigre" y la variación "chavinave" sería "hijos de tigre con lanza", lo cual explicaría la iconografía que representa al jaguar como deidad principal en el Chavín antiguo.


Por otra parte, si bien el distrito es conocido como Chavín de Huantar, esta última palabra es una agregación errónea al nombre del lugar que deriva de la repartición pastoral que hiciera la iglesia católica entre 1593 y 1595, en la cual Chavín a pertenecer a la parroquia San Gregorio de Guántar hasta 1798, cuando se creó la iglesia de San Pedro de Chavín.


ACERCA DE CHAVÍN DE HUANTAR.

Las ruinas de Chavín de Huantar se ubican sobre el costado sur del pueblo, sobre un espacio triangular adyacente al río Mosna y el río Huachejsa, los cuales constituyen afluentes del amazónico gran río Marañón. El lugar se encontraba inexplorado e ignorado hasta 1920. En realidad, hasta hace algunos años, la ruta principal de acceso al pueblo pasaba directamente por el centro de las ruinas!

Por las características arqueológicas presentadas y por el valor cultural que representa el sitio, fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO el 6 de diciembre de 1985.

La construcción del yacimiento arqueológico está fechada alrededor de la etapa temprana de 1500 a.C. y su influencia alcanzó el máximo esplendor durante los años 800 a.C. Era la sede principal de la cultura Chavín y un centro muy importante de peregrinación. En los más de quinientos años que sobrevivió, esta civilización produjo cerámica y textiles de sofisticación mucho mayor que cualquier otro considerado previamente. Fue la primera cultura que trabajó los metales preciosos.

Parece haber sido el centro de un culto muy particular al jaguar, el cual se repite de formas similares a lo largo de casi toda la costa. Las efigies representan a dioses del aire, de la tierra, y del mundo subterráneo; aparentemente es el origen de la ubicua Cruz Andina. Recordemos que la cruz andina, también conocida como chakana, era un símbolo de los pueblos andinos, el cual representa la unión entre el mundo humano y el cosmos; es un símbolo de equilibrio y armonía. La palabra chakana proviene del quechua y significa "escalera hacia lo más elevado".


Las esculturas también representan el cactus San Pedro (echinopsis pachanoi), que contiene mescalina y posee propiedades alucinógenas. Éste crece alrededor del lugar y se piensa que los jerarcas les proporcionaban a la población como bebida mágica, lo que les permitía controlarlos.

Poseían una férrea sociedad jerárquica de tipo piramidal, distribuido de la siguiente manera:

  • A la cabeza estaban los sacerdotes-dirigentes, quienes cumplían funciones religiosas y a la vez gobernaban al pueblo. Eran las personas más respetadas de la región, la élite.
  • Luego se encontraban los especialistas, que eran artesanos en piedra y greda, metalurgia, textilería, e ingenieros hidráulicos, que perfeccionaban las técnicas de regadío para aumentar la producción de papas, maíz, frijoles, ajíes, etc. Estos especialistas eran mantenidos y recompensados por el Estado chavín.
  • Finalmente se encontraban los campesinos, que trabajaban la tierra utilizando las técnicas ideadas por los ingenieros.

No se sabe bien lo que pasó, si probablemente fue debido a la influencia de esta bebida y el aumento paulatino de su consumo lo que propició la decadencia de esta cultura, pero lo cierto fue que Chavín de Huantar se derrumbó después de sus cinco siglos de evolución, dejando una herencia arquitectónica que influyó a todas las culturas que siguieron. Un centro muy similar pero menos influyente se había generado en Sechín, sobre la costa cerca de la actual ciudad de Casma.


Mercado de artesanías del pueblo de Chavín, apostado en el ingreso al complejo de Chavín de Huantar.

El paisaje ayuda mucho para percibir la sensación mágica que reina en el lugar, y lo místico está presente en cada rincón de las murallas apiladas de rocas en perfecto orden. Una réplica de la Estela de Raymondi da la bienvenida a las ruinas, que, en su mayoría, todavía se hallan en fase de investigación. No se puede ingresar a ciertos sitios, pese a las ganas de evadir la mirada del celoso guardián que de lejos escrutaba los pasos de los forasteros (en este caso yo, el único visitante en aquel momento).



La implantación del sitio obedece a un centro geométrico neurálgico que es en gran medida, una gran Plaza Cuadrada, construida sobre un terreno en desnivel hacia abajo, con una diferencia de medio metro. Está apuntalado con un sistema de desagüe mayor al río, lo que sugiere que la plaza pudo haber sido inundada a veces intencionalmente. Este espacio oficiaba de una gran piscina, conteniendo sectores donde participaba el agua como elemento integrador de la cosmogonía andina (junto a los otros dos elementos, aire y tierra) bajo sus tres formas antropomórficas: el cóndor, la serpiente, y el puma, los cuales a su vez estaban físicamente representados en tres objetos líticos con forma de menhir y emulaban a deidades represivas que servían como centinelas ahuyentando el mal.


Maqueta descriptiva de la implantación del complejo arqueológico Chavín de Huantar.

Recientes investigaciones y excavaciones adicionales realizadas en el centro de la Plaza Cuadrada dieron evidencia de entierros ceremoniales, permitiendo encontrar el antiguo lecho del río Mosna, lo que significa que el cauce del mismo fue desviado para permitir la construcción de esta plaza.


Vista panorámica de la Plaza Cuadrada, hacia la Pirámide Mayor "El Castillo" o "Templo Nuevo".



Cuatro juegos de gradas en el medio de cada sección dan a este lugar una forma de cruz doble (la esencia de la cruz andina ya mencionada). Un pasadizo ancho corre alrededor, abriéndose en un lado hacia el río. La cara oeste y principal de este conjunto de gradas contiene una pirámide trunca de 8 metros de altura, vestida en piedra plana. Las zonas inferiores están talladas con grabados detallados: estos muestran humanos estilizados rodeados con zarcillos, en la actualidad interpretado como el dios de los vientos, y sus ayudantes, figuras con rostros de jaguares, el sello emblemático de Chavín de Huantar.

A la derecha de la pirámide trunca existe un complejo menor, al pie del que parece ser un tanque, en el que descargaban el agua de los cuartos dentro del complejo. Hay una puerta horizontal dentro de estos habitáculos que dan el acceso a este desagüe, sugiriendo que eran los surtidores ocultos que conducían el jugo del cactus alucinógeno.


Estas instalaciones magníficas de los canales de comunicación líquida, atestiguan la importancia que tenía llevar el fluido a los cuadrantes más importantes del recinto para su utilidad netamente religioso.

Un gran enigma constatado in situ, es un efecto acústico producido por los numerosos acueductos y caídas de agua que existen en el complejo, que mediante un sistema de compuertas, asemejaba al rugido lejano de un felino grande.


Hay un estudio realizado por Tiberio Petro-León, quien sostenía que se trataba de un mecanismo de generación acústica similar a un mantra, con la finalidad de inducir diferentes estados de la mente, quizá estimulados adicionalmente con la ingestión del jugo del cactus San Pedro.


DISTRIBUCIÓN DEL COMPLEJO DE CHAVÍN DE HUANTAR.

Las plataformas de los templos poseen un fuerte talud en sus muros, con un perfil trapezoidal (5.3° de inclinación), y fueron construidos, la mayoría de ellos por etapas, según lo ha determinado el arqueólogo John Rowe. Los materiales están constituidos por piedras de diversos colores, procedentes de distintos lugares del Callejón de Conchucos, siendo la más común un granito blanco (granodiorita) procedente de canteras que se encuentran en la vecindad del Túnel Kahuish, a más de 30 km de distancia.


Los templos y lugares más destacables del conjunto son:

  • (A) El Templo Nuevo o La Pirámide Mayor o "El Castillo".
  • (B) El Templo Viejo (El Lanzón).
  • (C) Estructura Norte.
  • (D) Plaza Circular.
  • (E) Pirámide Tello.
  • (F) Plataforma Norte
  • (G) Plataforma Sur.
  • (H) Plaza Cuadrada.

La Pirámide Mayor (también llamada El Templo Nuevo o "El Castillo") tiene por medidas 71 x 71 metros. Posee un conjunto de recintos cerrados sobre la cima; el volumen es el foco y nodo principal arquitectónico del complejo, de la que salen dos espigones, tipo murallones con pasajes a subsuelo (llamadas Plataforma Norte y Plataforma Sur), los cuales aún se encuentran semi enterradas. En el medio se encontraba toda la gran Plaza Cuadrada, de 50.2 x 50.2 metros; se cree que en esta plaza se exhibía la Estela de Raimondi, la cual sería la principal wanca o piedra sagrada de esta etapa.




Esquina sureste del Templo Nuevo.


Vista desde el Templo Nuevo hacia la Plataforma Sur, y parte de la Plaza Cuadrada.


Detalle de muro en el extremo de la Plataforma Norte.


Esquina noreste del Templo Nuevo.

Sobre la cara que da a la piscina se encuentra el portal que mencionamos anteriormente denominado el "Pórtico de las Falcónidas" con grabados en las piedras y dos entradas: uno lleva al juego de habitáculos que contiene el sistema de desagües, el otro lleva a un túnel de piedra revestida, con un entramado subterráneos de galerías, nichos y cámaras adyacentes.


El Templo Viejo era el edificio más antiguo, que tiene forma de "U", la cual constaba de dos alas laterales: su ala sur se fundió luego en la estructura de "El Castillo" y su ala norte es lo que actualmente se conoce como la Estructura Norte. Flanqueadas por estas alas se encuentra una Plaza Circular con un diámetro de 20.8 metros.

En el interior del Templo Viejo hay una extensa red de pasajes y cámaras interiores. En medio de la penumbra que reina en esos ambientes, hay inusitados haces de luz que irrumpen por los estratégicos ductos que comunican con el mundo exterior. Resulta posible escuchar nítidamente la voz de una persona a muchos metros de distancia como si estuviera a nuestro costado.


Es en una de esas cámaras interiores, contenido en medio del espacio, que yace EL LANZÓN, una especie de menhir monolítico de 4.50 metros, confeccionado con una particular piedra andesita color rosa y tallado sobre su superficie una extraña divinidad antropomórfica pseudo felina.



Se trata de una figura con una cabeza tres veces más grande que su cuerpo, de la que brotan serpientes a manera de cabellera. Luce encima una especie de tiara. El resto del cuerpo es corto y grueso; además, está provisto de enormes colmillos, garras en manos y pies, así como grandes orejeras. Posee su mano izquierda en posición hacia abajo y la derecha en alto con los dedos extendidos. Tradicionalmente, a esta imagen se le ha identificado como un dios felino (jaguar), y por la ubicación precisa de El Lanzón, en el interior de las galerías subterráneas del templo, representaría una divinidad relacionada con el Uku Pacha (mundo subterráneo).



Además de El Lanzón, se han encontrado otras dos piezas de importancia: la Estela Raimondi y el Obelisco Tello. Estas tres piezas forman parte de la cosmogonía local, como lo mencioné anteriormente.


La ESTELA DE RAIMONDI (detalle del mismo en la imagen superior), fue el primer objeto de estilo chavín que se dio a conocer. Se trata de una losa de granito de 1.98 m de alto, 0.74 m de ancho, y 0.17 m de grosor. Posee inscrito una deidad antropomorfa felinizada de pie, vista de frente con los brazos abiertos, sosteniendo en cada mano una especie de báculos. Las manos y pies terminan en garras. La figura se asemeja bastante al dios Wiracocha, esculpido sobre la fachada del dintel frontal de la Puerta del Sol del sitio de Tiwanaku (Altiplano Boliviano).


Según José Toribio Polo, la Estela fue descubierta hacia 1840 por Timoteo Espinoza, vecino del pueblo de Chavín, cuando removía un campo cercano al Templo "El Castillo". Espinoza se lo llevó a su casa y la colocó en su patio con el lado de los relieves sobre el suelo, utilizándola como mesa de uso doméstico...
No obstante lo anecdótico del hecho, es de destacar que, gracias a la ocurrencia del campesino, pudo mantenerse en buen estado los dibujos grabados sobre la escultura; asimismo, ésta se salvó de caer en otras manos que muy probablemente lo hubieran usado como material de construcción, como ha ocurrido con otras "estelas" o "monolitos" chavines, de los cuales jamás tendremos idea.

Pero la verdadera odisea padecida por esta estela en cuestión vendría después.

En 1860, Antonio Raimondi visitó el pueblo y habría localizado la piedra en la casa de Espinoza, de la que hizo una copia de los detalles dibujados en un papel. En 1873 publicó el libro "El Departamento de Ancash y sus riquezas minerales", donde expresó el valor histórico y arqueológico que tenía el monolito. También por esa misma época, el historiador antes mencionado, José Toribio Polo hizo una visita al lugar, en su calidad de secretario de la Prefectura de Huaraz y profesor del Colegio Nacional La Libertad: encontró de igual manera la estela abandonada en un patio, vislumbrando el descuido de su importancia arqueológica y escribiendo sobre ello.

Tomando nota de la recomendación de Raimondi, en 1873 el gobierno de Manuel  Pardo y Lavalle dispuso el traslado de la piedra a Lima. Inicialmente fue exhibida en el Palacio de la Exposición, inaugurado años antes con motivo de la celebración por los cincuenta años de la independencia: Inicialmente reconocida como la Piedra de Chavín, se impuso luego el nombre de Estela Raimondi, en homenaje al sabio ítalo-peruano que fue el primero en percibir su importancia y en efectuar las gestiones necesarias para posibilitar la conservación.

En 1881 se salvó fortuitamente del pillaje de las tropas chilenas que ocuparon Lima durante la Guerra del Pacífico. Ocurrió que, durante el desorden que se desató mientras los invasores se dedicaban a saquear los museos de la capital peruana, el monolito cayó al suelo mostrando solo su parte posterior, que es lisa sin ningún relieve. Los saqueadores pensaron que se trataba de una simple losa de piedra sin mayor valor y por eso lo dejaron.

Posteriormente fue trasladada al Museo de Antropología, Arqueología e Historia de Pueblo Libre, donde se halla actualmente. Entonces tuvo lugar otro incidente: el terremoto de 1940 hizo que la piedra se volcara al suelo quebrándose en uno de sus extremos.

Finalmente, en septiembre de 2021, el Ministerio de Cultura del Perú, a través de su titular Ciro Gálvez, anunció que, atendiendo a un pedido de los pobladores de Chavín, se estudiará la posibilidad que la Estela regrese al fin a su lugar original, puesto que la que se halla dentro del templo chavino es una réplica.

El tercer monolito de importancia es el OBELISCO TELLO. Posee una volumetría de prisma esbelto de sección rectangular -casi trapezoidal-, una altura de 2.58 metros y 0.32 metros de ancho sobre la base. Se encuentra esculpido en alto, bajo y planorrelieves, representando sobre sus cuatro caras figuras intrincadas. La figura principal remite a una divinidad compleja: dos deidades míticas, o en todo caso, un dios dual hermafrodita (masculino y femenino), además del grafismo de otras divinidades secundarias y diversos alimentos diestramente retratados (yuca, calabaza, y achira).

Fue descubierto por Trinidad Alfaro en 1907, en situación de abandono total durante las excavaciones realizadas en las inmediaciones del Templo viejo. Fue investigado por Julio C. Tello, quien le dio la misma importancia y tratamiento que El Lanzón.
La restauración contó con el apoyo de la empresa Antamina, en coordinación con el Ministerio de Cultura. Se encuentra en la exposición permanente del Museo de Arqueología, Antropología e Historia del Perú.



Siguiendo con la implantación sobre el plano de Chavín de Huantar, existe otra estructura piramidal trunca, la llamada Pirámide Tello, la cual se considera como la construcción más tardía y sencilla del conjunto.

Casi la totalidad de los edificios descritos y sus anexos fueron laboriosamente construidos y dotados con columnas, cornisas, dinteles, lápidas (también llamadas estelas), obeliscos y esculturas que se agregaban a los muros o plazas, convirtiendo los espacios ceremoniales en un hermoso escenario, adornado con las imágenes de los dioses y demonios que poblaban el panteón chavino.


En la foto de arriba se puede ver sobre el lateral de una cornisa esculpida, adyacente al Templo nuevo, una figura de tipo reptiliano, uno de los tantos grafismos que pueblan las superficies del complejo, además de las figuras felinas.

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Por otra parte, hablando de otro detalle en importancia, empotrados en lo alto de los muros perimetrales del templo principal (lados sur, este, y oeste), se visualizan una serie de esculturas sobresalientes, con formas de cabezas clavas, los cuales aparentemente cumplían las funciones de guardianes mitológicos del lugar. Están trabajadas en roca arenisca de diferente consistencia, cuarcita y granito. Desgraciadamente, de las 56 cabezas que en total eran, sólo una se mantiene in situ sobre el lado oeste; las otras han desaparecido o se conservan en los museos.


Estas cabezas clavas poseen apariencia muy similar a las cabezas clavas que se encuentran también sobre las paredes perimetrales en el foso del Templo de Kalassasaya (Tiwanaku).


Es muy posible que los chavinos ancestrales, quienes convivieron junto a las ruinas y supieron tener vínculos con Caral-Supe (5000 años antes de hoy), fueron precursores de culturas tan lejanas y antiguas como la Wari y Recuay, los que a su vez determinaron posteriormente el surgimiento de diversas culturas de la costa y el posterior Imperio Inca. Muy probablemente el último imperio, el más conocido y mediático, establecido hacia el siglo XIII, haya surgido de la mezcla paulatina y crónica entre todas estas civilizaciones, entre migraciones culturales y desplazamientos de grupos de la costa y de la sierra, desde los confines del Altiplano Boliviano hasta los terrenos áridos de Tucume y Sipán.

El sitio de Chavín verdaderamente inspira particular respeto e invita a la meditación, aunque, dentro de las galerías bajo tierra, se perciben lejanos ecos energéticos de sufrimientos colectivos que tuvieron lugar (esas paredes "murmuran" antiguos suplicios). No en vano, luego de la visita quise pegarme una buena siesta reparadora para reciclar energías de la Pachamama.


Según el arqueólogo John Rick, director de uno de los proyectos de investigación y conservación del sitio, asegura y con mucha razón, lo siguiente: "En el complejo arqueológico se practicaba un ritual alucinante que combinaba imágenes y sonidos, los cuales eran manipulados y exacerbados por el brebaje psicotrópico con un fin: dar a los sacerdotes una posición de influencia".
Él afirma de igual forma que Chavín era considerado un nuevo modelo de organización humana.

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Sin dudas, los visionarios que diseñaron el emplazamiento de Chavín de Huantar, tuvieron muchos motivos para elegir este lugar como centro energético y de peregrinación. Es así que el Callejón de Conchucos, al estar de espaldas a los glaciares y picos de la Cordillera Blanca es como una suerte de "upside down" de lo que hay en el Callejón de Huaylas. Mientras que los valles que discurren con el río Santa son vertiginosos y con la sensación latente que las moles nevadas se le vienen encima al viajero, en los fondos del patio de atrás, recostados al oriente de la Cordillera Blanca en cambio la sensación es de una apacibilidad bucólica con el tiempo ralentizado; en efecto, las comarcas en estos valles paradisíacos parecieran desentenderse de la modernidad y el estrés.



Sobre este Callejón, más al norte del Valle de Chavín, se encuentra el pueblo de Chacas, el cual merece una mención de honor con respecto a su emplazamiento y entorno, así como su arquitectura colonial muy bien preservada.


Descubrir los lugares que ofrece esta zona de la serranía peruana resulta todo un desafío, por la enorme cantidad de sitios, registrados y remotos, la mayoría de ellos con difíciles accesos pero pletóricos de paisajes con escalas impresionantes.

Por ejemplo, desde el pueblo de Chavín, existe un paseo interesante que permite ver las espaldas del Nevado Huantsán. Es la tercera montaña más alta de la Cordillera Blanca y la cuarta de la región.


Saliendo desde la esquina suroeste del Complejo arqueológico y pasando por el barrio de Nueva Florida se llega al pueblito de Nunupata (3460 m.s.n.m.), ubicado en la quebrada Alhuina; este recorrido forma parte de un ancestral camino de peregrinación que incluía a Nunupata.

Arribando luego de una hora de caminata, se obtienen grandiosas panorámicas del Apu/Hirka Huantsán, un gran macizo de roca y grandes glaciares cuya altitud marca los 6395 m.s.n.m. La cara visible desde este punto es la inexpugnable y espeluznante cara oriental: ningún andinista ha logrado vencerla.

Antes de bajar al valle, es muy recomendable tomarse un café de habas o cebada, un papacashqui (especie de sopa de papas) y, sobre todo, conversar con los lugareños. Es gente sumamente agradable con una cosmovisión muy genuina y particular.


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Con justo merecimiento el sitio de Chavín de Huantar también ya posee su podio de honor dentro de la serie "Patrimonios Nacionales" del segundo diseño del los billetes de Nuevo Sol (aún de curso legal), ya que fue incorporado al mismo bajo el valor facial de CINCUENTA NUEVOS SOLESSobre su reverso se destaca una perspectiva de la esquina de la Pirámide Mayor.


Sistema Monetario: Nuevo Sol.
Billete de 50 Nuevos Soles.
2012.
Reverso: Detalle de esquina del Templo Nuevo o Pirámide Mayor.
Anverso: Abraham Valdelomar Pinto.
Tamaño: 141x74 mm.
Pick SCWPM-184, 189.

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