Por Arq. Rodolfo Eduardo Medina.
El Salar de Uyuni está considerado como el desierto salado ubicado a mayor altura y el más grande del
planeta, con una altitud cercana a los 3.700 m.s.n.m. y con más de 10.500 km2
de superficie, lo que lo hace visible desde el espacio.
En la foto de arriba se puede ver la gigantesca mancha blanca, el Salar de Uyuni, ubicado sobre la esquina suroeste del territorio boliviano y abarcando una porción del altiplano. Abajo de éste se ven múltiples conos nevados que corresponden a los volcanes chilenos y bolivianos (Reserva Nacional Andina Eduardo Avaroa), separados por salares de menores dimensiones. Entre los bordes de la Cordillera de Los Andes y el Océano Pacífico discurre la parte septentrional de Chile (justo sobre el quiebre de la costa se encuentra la ciudad de Arica, frontera con Perú). Debajo del ramal cordillerano y sobre el cuadrante inferior izquierdo de la imagen se ubica la ciudad chilena de Calama y el gran valle donde discurren el río San Salvador y el río Loa.
Con una antigüedad milenaria y un pasado donde predominaba una
importante fuente de agua salada, la formación de este mar de sal gigante se
remonta hace casi 12.000 años atrás, cuando en su centro se encontraba el Lago
Tauca, cuya formación fue producto de la ramificación del antiguo y enorme Lago
Minchin que se estima existió hace 33.000 años atrás, con parte de la
cordillera aun sin emerger, y el cual se cree ayudó a formar el actual Lago
Poopó, además de un remanente, el adyacente Salar de Coipasa.

Imagen satelital con vista hacia el este de la zona del altiplano boliviano (el norte de la foto está orientado hacia la izquierda). Sobre la punta del Salar de Uyuni (parte superior de la foto) se encuentra la ciudad de Uyuni. En la esquina superior izquierda de la foto se alcanza a ver la superficie líquida de lo que queda del Lago Poopó.
El Volcán Tunupa (a la izquierda central del salar) proyecta su sombra vespertina sobre la superficie blanca del Salar de Uyuni; y más allá, la otra mancha blanca (menor) que corresponde al Salar de Coipasa, y su "isla" con el Volcán Villa Pucarani, también con la sombra cónica proyectada.
Sobre el borde inferior de la imagen, las quebradas descienden del altiplano y cruzan transversalmente el desierto de la angosta costa chilena.
Del mismo modo en que las mutaciones geológicas fueron revelando lo que
hoy es el gran altiplano sobre el que está asentado el Salar de Uyuni, es
evidente las grandes transformaciones y fracturas por rompimiento de la cortena
continental subyacente, las que, en todo el territorio asoman como curiosas
catedrales de roca volcánica o yardangs,
erosionados por una intensa actividad volcánica y eólica, de entre uno a ocho
millones de años en el tiempo, en la época del Mioceno.
En aquel tiempo, las grandes explosiones telúricas e ígneas liberaron
material volcánico en varias zonas del altiplano, y con el paso de las eras,
este material se endureció y transformó en lo que hoy se conoce como ignimbrita, un tipo de roca volcánica
que posee distintas tonalidades y resistencia a la erosión. El entorno
geográfico donde se desarrolla todo el atractivo paisajístico del altiplano es
como estar habitando un planeta aún en formación, totalmente distinto a lo que
uno suele conocer, con toda su historia geológica dramática a la vista, y se
podría decir que no existe en el planeta otro lugar como el entorno del Salar
de Uyuni.
Para acceder a este singular territorio de blancuras extremas, la manera más habitual es a partir de la población de Uyuni, una ciudad polvorienta, ventosa y muy fría, con calles anchas. Cuenta con una población de casi 21.000 habitantes, y similar altitud geográfica que el salar homónimo.
Según la clasificación del clima de Köppen, Uyuni posee clima de tundra, porque la temperatura media en el mes más cálido es inferior a 10°C. Sin embargo, limita con el clima árido frío del desierto debido a la baja precipitación y una temperatura media anual inferior a 18°C. De todas formas es tan fría que durante la mayoría de los amaneceres los charcos de las calles y las ventanas de las viviendas se cubren de escarcha.
La ciudad de Uyuni es la más recomendable para armar o iniciar la excursión de uno o más días al Salar de Uyuni y la Reserva Natural Avaroa. Desde San Pedro de Atacama también se puede; de hecho, en ambos lados existe bastante oferta de excursiones, sin embargo, desde el lado chileno sale un 50% más costoso.
En el 2015, una excursión de tres días planificado desde Uyuni, costaba unos 600 Bolivianos (US$ 86 al cambio de entonces), incluidas las dos noches de hospedaje y las comidas. Puedes realizar, como en este caso, el rally Uyuni-Salar-ReservaAvaroa-Uyuni (700 km ida y vuelta), o sino, contratar la otra variante Uyuni-Salar-ReservaAvaroa-SPdeAtacama (500 km, con el cruce de Chile).
Hay un costo extra, y es el ingreso a la Reserva Natural Avaroa, que tiene un valor de 150 Bolivianos (US$ 20) por cráneo.
Acerca de esta otra parte del rally, he desarrollado mi experiencia en el siguiente post:
El circuito mínimo es de un día pero solo sirve para dar una vuelta por el cuadrante próximo del borde del salar. En cambio, la excursión de tres días (dos noches incluidas) resulta mucho más excitante y compleja para vivir la experiencia completa. Dada la extensión y vastedad de esta zona sudamericana es necesario ir en vehículo tipo Land Rover y con guías que estén muy capacitados para recorrer la región: cualquiera se pierde fácilmente dada la cantidad de huellas trazadas en varias direcciones sobre la sal y también sobre la tierra de los desiertos.
Tomando una camino, hacia el norte de la ciudad, se llega a la localidad de Colchani que está distante unos 20 km de Uyuni, y precisamente sobre la frontera del mar de sal. Sobre la salida occidental del pueblo hacia el salar se encuentran varios museos dedicados a confeccionar notables esculturas zoológicas en sal.
Cuando te acercas al inmenso salar por vía terrestre, no aparece a primera vista el escenario que nos imaginamos. A lo largo de toda la ribera hay una franja de transición de tierra neutra, aunque igualmente salina. Sobre el horizonte se adivina la línea blanquecina de lo que es el salar al 100%. A continuación surge un suelo bastante granuloso, como si fuera hecho de sal gruesa: sobre esta franja se encuentran agujeros llamados "ojos de agua", que son pozos de origen acuífero, así como yacimientos de extracción artesanal de sal.
La corteza exterior de la superficie del salar resulta ser el mayor
depósito evaporítico de Sudamérica. La profundidad está compuesta por capas de
salmueras superpuestas y de barro lacustre: al tacto se siente como el coral
blanco, aunque un poco más maleable.
Se ha calculado la profundidad de dicha salmuera en ciertos sitios del
salar, siendo de unos 120 metros. En estas capas hay estratos de litio, boro,
potasio, magnesio, sulfatos de sodio, y ulexita. Pero, además se puede apreciar una característica en las montañas circundantes, y es una zona común de deposición marina a una altura de unos 100 metros sobre el nivel del salar: restos fósiles marinos se encuentran con frecuencia en las distintas capas estratigráficas.
Apenas transcurridos pocos kilómetros salar adentro se divisa un campamento en medio del mar blanco. Este lugar fue un sitio de hospedaje anteriormente, y ahora es un punto de encuentro de las excursiones para realizar una escala y comer. También hay un hito con decenas de mástiles y banderas de diversos países a modo de monumento. Cuando estuve recorriendo la zona coincidió con la víspera de la sexta etapa del Rally Dakar Bolivia efectuado en el 2016, razón por la cual se erigió un monumento de piedras de sal para tal evento.
Si se continúa adentrando en el salar, la línea de horizonte en cualquier
lado que se mire, es casi tan plano a lo largo de los 360° de circunferencia de
la visión, donde apenas asoman pequeñas siluetas de cerros, salvo por un ubicuo punto hacia el norte que señala una única
montaña prominente, el Volcán Tunupa, el cual,
sobre el nivel promedio de altitud del altiplano que ya de por sí es alto (alrededor de 3.670),
no es de gran volumetría, pues posee una altura concreta de 1.670 metros (es decir, una altitud de 5.321 m.s.n.m.).
Foto desde el monumento al Rally, con el campamento y el hito de las banderas. Al fondo sobre el horizonte se alza tímidamente el Volcán Tunupa.
Las formas y los fenómenos geomorfológicos resaltan sobre el blanco de la gigantesca superficie salina, esencialmente mientras se lo transita y se vislumbra un par de puntos secos de tierra oscura sobresaliendo del mantel de prístina blancura, que son pequeñas islas que emergen como la famosa Isla del Pescado o Cujiri, sobre la cual resaltan impresionantes cactus de hasta 12 metros de altura y una cueva ubicada en su parte mas alta; o la similar Isla Incahuasi, (abierta al turismo) donde se encuentra un centro de guías, y un sendero donde es posible recorrer la isla hasta su punto más elevado.
Cientos de cactus gorditos asoman por montones sobre la isla Incahuasi, un promontorio aislado desde el cual se puede observar la inmensidad del salar.
Recorrer este lugar es como estar vivo dentro de un sueño, donde hay
vistas y paisajes que no se explican con facilidad, donde uno tiene que mirar
más de dos veces un mismo sitio para constatar extrañezas e imposibles. Pero no
hay que tratar de encontrar explicaciones; lo sensato sería simplemente
maravillarse con la vista y la presencia, sensaciones que solo podrás sentir
dentro de un prolífico e imaginativo mundo onírico.
No solo se trata del recorrido del Salar y su percepción al cruzarlo de
cabo a rabo, sino en la experiencia de pernoctar dentro de los confines
infinitos de sal, y percibir la bóveda celestial nocturna mientras gira al paso de las constelaciones debajo de una Vía Láctea
tan nítida y completa como jamás había visto, lo que convirtió este instante en una de las sensaciones más intensas que erizan la piel de tan
solo evocarlo.
“Amé sus amaneceres, traté de replicar varias veces el vivir la
experiencia de cómo amanece, desde la noche hasta aclarar y que salga el sol.
Esa experiencia de cómo nace un día me encanta vivirla en un lugar así, porque
estar presente y ver cómo la luz interactúa con esa geografía tan extraña, en
cada hora, resulta fascinante, destacando la belleza de las geometrías mínimas de
la superficie y sus reflexiones propias de la luz antes de la luz de los astros
de turno, sean estos en la noche o en el día”.
“Otra sensación sobrecogedora es el silencio que emana el lugar. Muy
similar al que suele producirse sobre las cimas de los nevados y las montañas
altas de la Cordillera de Los Andes, una exclusiva e inquietante percepción que
a mí me consta, ya que realicé coronamientos en varios picos y nevados de
países andinos a lo largo de los años 90s”.
Entre paréntesis, este lugar mágico envuelve, de una forma que no puedes imaginar hasta vivirlo. Es como la primera visión al llegar al santuario de Machu Picchu y la escenografía que sobrecoge. El Salar de Uyuni no es santuario, pero se le parece en cuanto a misticismo y energías irradiadas.
"El que se detiene al menos un instante sobre sus sales se establece un intercambio energético de por vida: una parte de tu ser se queda, pero en cambio el salar te obsequia un exclusivo cosmos espiritual único".
El espectro energético es tanto, que músicos con un oído sumamente dotado, de la talla de Vincent Fenton (nacido en Tours, Francia) conocido profesionalmente como French Kiwi Juice FKJ, produjo una composición multi instrumentista magistralmente ejecutada por él mismo durante 92 minutos, con sus equipos sobre una tarima exclusivamente armada encima del espejo de agua del Salar de Uyuni.
El video, por su música y por las maravillosas tomas de desplazamiento focal mediante un dron, vale la pena verlo:
El Salar es un mundo que ofrece dos perspectivas muy distintas según la
época del año que lo visitas. Al ser un desierto en todo el sentido de la
palabra, el elemento agua pasa a ser el factor fenomenal de cambio contundente.
Es que, durante la época de estiaje, cuando no llueve abundantemente
sobre el Salar, el entramado de los hexágonos de sal aparecen sobre el gigantesco plano
blanco como si fuese un vasto panal surreal para abejas albinas, lleno de celdillas
cerradas cuyos gránulos compuestos brillan al sol, dueño de un cielo tan
azul como un refulgente fondo marino. Es una textura tan particular que surge a
partir de la fragmentación del suelo al producirse el proceso de evaporación de
la sal en la que se cristaliza formando un fractal poligonal continuo como
reacción en cadena (gracias al movimiento de los fluidos y la convección
subterránea).
Promediando el centro geométrico de la figura del Salar de Uyuni, un lugar donde el único sonido es el viento, y el único vigía del contorno es el Volcán Tunupa, es inevitable entrar en trance con la sensación de estar pisando un mundo totalmente extraño y ajeno.
Esta característica del suelo solo aparece cuando las nubes de lluvias están alejadas. Por el contrario, durante la temporada lluviosa, el Salar suele
transformarse en un mar andino de no más de 5 cm de espesor, que le
otorga una característica única y sorprendente a la desde ya surrealista
escenografía: la de reflejar todo lo que surge desde la línea de horizonte
hacia arriba, como un perfecto efecto
espejo… “Lo que hay abajo hay arriba,
en perfecta disposición simétrica”.
Algo curioso que se da, como parte de esta maravilla de la naturaleza, es
que el proceso de cristalización de los polígonos no supera nunca los seis
lados, es decir, son siempre hexagonales, obedeciendo al Teorema de Niven, el cual explica la imposibilidad de encastrar el
plano en todas las direcciones con figuras geométricas convexas mayor a los
seis lados.
Entre diciembre y abril, sobre esta parte de la geografía sudamericana,
se vive la estación del verano austral con abundantes lluvias (más que nada
marzo y abril); entonces el salar se anega. En cambio, durante el resto del
año, la superficie en su mayor parte, se seca y aparecen las diferentes
granulosidades de la sal y las texturas peculiares, según sectores específicos del salar.
Otras curiosidades del Salar de Uyuni:
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También se lo conoce como el Desierto de Salvador Dalí, evidentemente por sus escenarios
surrealistas, como ya lo mencioné anteriormente.
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La NASA tiene como hábito calibrar los sensores y dispositivos ópticos
de sus satélites basándose en la planitud y el nivel de brillantez del salar.
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Existen varios hospedajes para turistas dentro del
salar, con hoteles rudimentarios, cuya estructura son hechos íntegramente con
sal.
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En ciertos sectores del salar se visualizan huellas
pronunciadas sobre la textura de la superficie realizadas por los vehículos
todo terreno que buscan unificar los trazos de los senderos para tomarlos como
guía de ruta. La enorme extensión del salar produce algunas veces la pérdida de
orientación, especialmente si el horizonte se nubla, ya que el único hito geográfico referencial es el inequívoco Volcán Tunupa.
Cuenta una leyenda local que el Salar de Uyuni se formó con la leche
materna derramada por el volcán Tunupa, cuando le robaron a su hijo recién
nacido. Cada año son sus lágrimas las que inundan este mar de sal durante la época
pluvial.
Por otra parte, el
significado más comúnmente aceptado de UYUNI
es que deriva de una voz que proviene del aymara “Uyu”
que significa punto de concentración,
y “ni” que significa lugar.
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Partiendo del centro del salar y en dirección sur, la textura del suelo cambia notablemente. Este sector, a pesar de transitar la estación seca en aquel momento, posee una fina capa de sales disueltas en agua, aunque no alcanza a cubrir el manto salino.
Luego de más de una hora de recorrido sobre este paisaje, y cayendo el crepúsculo, los colores azul del cielo y blanco de la sal se apagan y dan paso a múltiples tonos violetas, naranjas y grises. Hasta que nos acercamos a una especie de península de roca, la cual ingresa sobre la zona meridional del mar salino, con el objetivo de alcanzar el campamento llamado Colcha K, un lugar oportuno para pernoctar la primera noche sobre el techo de Sudamérica.
Amanecer desde el campamento de Colcha K.
Al tratarse del altiplano, con una altitud que promedia los 3.800 metros (en el caso de la Reserva Natural de Avaroa, puede llegar a los 5.100 metros), el clima siempre es frío, pero especialmente los meses secos (de mayo a septiembre) pueden ser sumamente gélidos. La recomendación es que hay que llevar ropa muy gruesa para abrigo; en las madrugadas la temperatura puede descender hasta -25°C. Durante los días que permanecí en la región (siendo mayo), había mucha nieve sobre toda la superficie de la Reserva de Avaroa, y la sensación térmica fácilmente llegó a los -15°C durante las noches.
Anteriormente yo había mencionado que el Salar de Uyuni es un gigantesco reservorio de ciertos minerales que se encuentran dentro de las capas estratigráficas, entre ellos, el litio, mineral muy apetecido por la industria tecnológica de las comunicaciones. Es muy común ver, sobre muchos salares de la región, la explotación de diversos minerales; y el Salar de Uyuni no es la excepción.
Sobre la porción última del sureste del salar, a vista satelital, muestra un enorme yacimiento de extracción de LITIO (Planta Industrial de Llipi YLB), con sus piscinas reticulares de evaporación y sedimentación para carbonato de litio. Esto podrá ser muy beneficioso para las corporaciones y la modernidad, pero dudo bastante acerca del interés en la preservación del medio ambiente, especialmente de este tipo de ecosistemas que son demasiado vulnerables.
Cuando manipulas los billetes de curso legal que andan circulando por el territorio boliviano (y de todas las series que se han emitido a lo largo del siglo XX), te das cuenta que el único ejemplar que posee una referencia impresa del Salar de Uyuni, es el billete de 10 Bolivianos, que forma parte del nuevo cono monetario lanzado por el Estado Plurinacional de Bolivia desde el 2018. Sobre el reverso de dicho billete está impreso una panorámica de la ribera de la Isla del Pescado y sus cactus endémicos; un perfil del pájaro Picaflor Gigante; además de un ejemplar de Puya Raimondi.
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